17.11.09

Cortometrajes (primera versión)


De los siete cortometrajes que en conjunto arman el filme antológico "Espectro" se ha hablado mucho en críticas especializadas, aunque con el pasar del tiempo su visionado ha sido cada vez más deficiente. A menudo se les exhibe en desorden o inclusive uno o dos de ellos separados, a veces con títulos impuestos y otras en malas reediciones. Sobra decir que tales actos contradicen el espíritu del programa original.
En su orden correcto, se trata de siete cortometrajes mudos en cada uno de los cuales predomina un color. Así, comenzamos con el rojo, que es una obra llena de pasión, furia y arrebato y que por lo mismo tiende a excitar los temperamentos menos mesurados. El naranja tiene una estética absolutamente plástica que suele hacer las delicias de los cinéfagos menos refinados; se trata de un canto al lujo y la frivolidad elevados hasta verdaderas leyes de vida. El amarillo produce tal terror y repugnancia que no pocos espectadores han preferido librarse de sus ojos o su alma con tal de escapar a los últimos fotogramas del corto. Es preciso señalar que tanto el corto naranja como el amarillo son los que más han sido exhibidos de manera independiente, el segundo a veces bajo el título "Profundo". El verde, por su parte, tiende a despertar en los espectadores una profunda envidia por la orgullosa geometría del mundo vegetal. El azul es una obra melancólica de ritmo onduleante y que relaja sobremanera. El índigo, a veces fácil de ignorar, posee de cualquier modo un porte elegante y solemne que armoniza perfectamente con la sutileza de sus misteriosas intenciones. Pero el verdadero plato fuerte del programa es el violeta; se trata de una plasmación audiovisual del placer y la paz en sus más altos puntos. Los espectadores se sienten hermanados y no es raro que se organicen placenteras orgías mientras corren los créditos finales.
Corre el rumor de que existen aún otros dos cortometrajes que forzosamente deben ser proyectados de manera simultánea y en pantallas paralelas. Se trata del negro y del blanco, cuyas tramas gemelas desvelan los intricados enlaces de Eros y Tánatos como estos conforman la esencia de la vida. Mas su visionado es tan raro como los genuinos cinéfilos.

3.11.09


- ¿Me amas? preguntó ella.
- Por supuesto, dijo él.
Caminaron un rato en silencio y ella dijo:
- Pero, ¿de veras me amas?
- Sí.
Tras pensarlo un poco, dijo:
- Pero, ¿de veras, de veras me amas?
- No.
Y ella no preguntó más.