- Otros cuentos. Francisco Tario. "La puerta en el muro" (Opúsculo que resume varias historias (pero no, en realidad una sola, la de la humanidad en busca del sentido) en torno a un tema que recuerda a H. G. Wells, pero con una perspectiva más ácida), "Yo de amores qué sabía" (cuento casi cínico de aventuras amorosas, y tal vez el único de Tario que se aproxima al psicologismo, pero que es también una vuelta de tuerca al género al que supuestamente se suscribe (la evocación infantil)), "Breve diario de un amor perdido" (el proceso de duelo de alguien que ha perdido a su amada es el pretexto sobre el cual gira este casi poema en prosa; nótese la relación que guarda con el cuento "La noche de La Valse"; ¿si será Tom el narrador de esta obra, también?), "Jacinto Merengue" (fábula "a la Tario", vale a decir que vuelve lo que sería una historia consabida en un juego entre planos de realidad y hasta una alegoría sobre la incomunicación humana).
- Vampiros y otras adicciones. Carlos Camaleón. Doce cuentos de temática vampírica (hay que decir que el título es engañoso: no sólo no se tratan "otras adicciones", sino que ninguno de los vampiros de estos cuentos parece ser adicto. Consumen sangre y a veces otras cosas (energía, años, incluso sentimientos) pero todos parecen hacerlo por costumbre o por gusto, no por estricta necesidad). En conjunto este libro de cuentos es ciertamente mejor que otros autores mexicanos de intereses similares (como Mario Cruz o Janitzio Villamar), pero también tremendamente inferior a muchos contemporáneos (por principio de cuentas "Sombras sin tiempo", de Gerardo Horacio Porcayo, es una colección de cuentos vampíricos muy superior a ésta). Y es que en términos narrativos (y literarios) los textos no funcionan, están llenos de personajes acartonados y sentimentalismos adolescentes [por alguna razón el tema del vampiro parece atraer sobre todo a los adolescentes]. Además, pese a ser la tercera edición, el libro está lleno de errores tipográficos. Por otra parte la base mitológica de estos cuentos es sumamente interesante: además del tradicional vampiro seudo-romántico hay aquí vampiros vegetales (rosas que florecen con sangre), cósmicos, etéreos (musas y una suerte de ondina oriental) y más aún. Además, la introducción del autor es extremadamente lúcida y con mucho el mejor texto del libro. Tal vez el verdadero problema sea que Camaleón es mejor ensayista que narrador (y en efecto, el único otro libro que le conozco es un ensayo sobre los filmes de Alejandro Jodorowsky...)
- Árboles petrificados. Amparo Dávila. Doce cuentos cuyo eje temático es la muerte. Tercer (en su momento último, pero desde el año 2008 eso cambió) libro de cuentos de Amparo Dávila. Muerte dulce, terrorífica, de soledad, de amor, en el sueño, voluntaria, como vía de escape, preferible al dolor y la angustia, cuentos teñidos acaso por la madre muerta a que está dedicado el libro o bien porque es la culminación de la fantasía lingüística de Dávila...
- Relatos. José María Roa Bárcena. Tres relatos representativos de un maravilloso prosista: "Noche al raso", "Lanchitas" y "Combates en el aire". El primero es en realidad cinco cuentos narrados al estilo propio de "Los cuentos de Canterbury" o de "Las 1001 noches": una historia base que sirve para presentar más historias dentro de las que a veces aparecen más historias... y en este caso con un colofón en que se confunden ficciones. La mayoría son cuentos de estilo picaresco, salvo "El hombre del caballo rucio", que es una buena leyenda de miedo. Le sigue "Lanchitas", relato de aparecidos (el argumento es una leyenda que aparece en varias recopilaciones contemporáneas a la época de Roa Bárcena) notable porque lo sobrenatural de su argumento es sólo el pretexto para explicar la transformación psicológica del personaje titular. "Combates en el aire" es el cuento menos logrado de la reunión, un ejercicio de comparación (un duelo de papalotes que representa los altibajos de una pequeña comunidad rural) que aunque indudablemente bien escrito y narrado no tiene el encanto de los dos textos anteriores. La selección es de Julio Jiménez Rueda, cuya lúcida introducción alaba tal vez de más la "entereza moral" de Roa Bárcena (es que tanto Roa como Rueda fueron hombres de tendencia conservadora; más la obra de un artista y sus actos civiles son dos cosas distintas). Se incluye también un largo ensayo de Roa sobre José Gorostiza.
- La risa de las azucenas. Socorro Venegas. Veintidós cuentos breves que conforman el primer libro de cuentos de la potosina Venegas. Temas recurrentes: el mutismo, la soledad, el amor (a veces efímero, otras cíclico y de vez en cuando correspondido), la infancia, la identidad. Algunos "realistas" y otros fantásticos, pero en realidad ocurren todos en un mismo universo. Cuentos que destacan: "Diario de plenilunio" (De tema apocalíptico), "El burócrata y el ángel" (que consigue extraer una idea filosófica de un asunto trivial, la expurgación de gerundios en un discurso político), "El globo terráqueo" (el mejor de los de corte realista).
- La grieta y otros cuentos. Manú Dornbierer. Quince cuentos, unos fantásticos y otros de ciencia ficción; acaso algunos... ¿teosóficos? Un tema recurrente es el de el alma (y en Dornbierer el alma casi siempre vale a decir la conciencia, no necesariamente la personalidad) fuera de la materia y el tiempo. El propio tiempo es otro tema recurrente, casi siempre con la idea de quebrantar sus leyes para reparar errores aparentemente inevitables. Hay algo de terror en estos cuentos, un poco de esperanza también.
- Mantis religiosa. Mauricio Molina. Doce cuentos fantásticos que conforman el primer libro de cuentos de Molina (anteriormente escribió una novela y un libro de ensayos); son cuentos más bien imperfectos: no hay aún fantasía sino un poco de invención, no erotismo sino fantasías masturbatorias, no exotismo sino apenas ideas vagas sobre otras culturas, etc. No por ello es una obra mala y ciertamente hay un esfuerzo narrativo por parte del autor... aunque frente a otros primeros libros de cuentos (como "La materia del insomnio" de Mario González Suárez, "Tiempo destrozado" de Amparo Dávila, "Los sueños de la bella durmiente" de Emiliano González, "La grieta" de Manou Dornbierer, etc.) se queda del todo corto.
- La piel dorada y otros animalitos. Erika Mergruen. Dieciocho breves cuentos fantásticos. Más bien lúdicos, algunos con base más o menos sencilla (un cuento es el ejercicio de escribir un manual para una operación sencilla, otro parte del tema de la sobrepoblación y llega a la generación espontánea, etc.), pero magistralmente compuestos.
- Esta noche...vienen rojos y azules. Pedro F. Miret. Once cuentos del desconcertante Miret. Este libro sería de hecho su primer libro de cuentos, pero la que leí fue la tercera edición (CNA, 1997), que reedita ediciones anteriores: modifica ligeramente el primer texto y reemplaza el último texto (originalmente una obra de teatro titulada "Eclipse con explosión") con un cuento titulado "Incursión" (y que de hecho es uno de los mejores textos del libro). Los llamo "textos" porque la mayoría no tienen título; incluso el título del libro sólo corresponde al primer cuento, que es además el más largo. Son cuentos extraños, maravillosos pero no propiamente fantásticos. Las situaciones que proponen son más bien insólitas (a menudo ocurren en medio de la nada, tanto figurativa como literalmente) y sus personajes son auténticos autómatas que obedecen impulsos inexplicables incluso para ellos mismos. Destacan un cuento sobre la experiencia del cine y su ilusión, otro que transcurre en un pueblo poblado exclusivamente por mecánicos e "Incursión", en el que una aventura nocturna evoluciona poco a poco en pesadilla.
- Vampiros y otras adicciones. Carlos Camaleón. Doce cuentos de temática vampírica (hay que decir que el título es engañoso: no sólo no se tratan "otras adicciones", sino que ninguno de los vampiros de estos cuentos parece ser adicto. Consumen sangre y a veces otras cosas (energía, años, incluso sentimientos) pero todos parecen hacerlo por costumbre o por gusto, no por estricta necesidad). En conjunto este libro de cuentos es ciertamente mejor que otros autores mexicanos de intereses similares (como Mario Cruz o Janitzio Villamar), pero también tremendamente inferior a muchos contemporáneos (por principio de cuentas "Sombras sin tiempo", de Gerardo Horacio Porcayo, es una colección de cuentos vampíricos muy superior a ésta). Y es que en términos narrativos (y literarios) los textos no funcionan, están llenos de personajes acartonados y sentimentalismos adolescentes [por alguna razón el tema del vampiro parece atraer sobre todo a los adolescentes]. Además, pese a ser la tercera edición, el libro está lleno de errores tipográficos. Por otra parte la base mitológica de estos cuentos es sumamente interesante: además del tradicional vampiro seudo-romántico hay aquí vampiros vegetales (rosas que florecen con sangre), cósmicos, etéreos (musas y una suerte de ondina oriental) y más aún. Además, la introducción del autor es extremadamente lúcida y con mucho el mejor texto del libro. Tal vez el verdadero problema sea que Camaleón es mejor ensayista que narrador (y en efecto, el único otro libro que le conozco es un ensayo sobre los filmes de Alejandro Jodorowsky...)
- Árboles petrificados. Amparo Dávila. Doce cuentos cuyo eje temático es la muerte. Tercer (en su momento último, pero desde el año 2008 eso cambió) libro de cuentos de Amparo Dávila. Muerte dulce, terrorífica, de soledad, de amor, en el sueño, voluntaria, como vía de escape, preferible al dolor y la angustia, cuentos teñidos acaso por la madre muerta a que está dedicado el libro o bien porque es la culminación de la fantasía lingüística de Dávila...
- Relatos. José María Roa Bárcena. Tres relatos representativos de un maravilloso prosista: "Noche al raso", "Lanchitas" y "Combates en el aire". El primero es en realidad cinco cuentos narrados al estilo propio de "Los cuentos de Canterbury" o de "Las 1001 noches": una historia base que sirve para presentar más historias dentro de las que a veces aparecen más historias... y en este caso con un colofón en que se confunden ficciones. La mayoría son cuentos de estilo picaresco, salvo "El hombre del caballo rucio", que es una buena leyenda de miedo. Le sigue "Lanchitas", relato de aparecidos (el argumento es una leyenda que aparece en varias recopilaciones contemporáneas a la época de Roa Bárcena) notable porque lo sobrenatural de su argumento es sólo el pretexto para explicar la transformación psicológica del personaje titular. "Combates en el aire" es el cuento menos logrado de la reunión, un ejercicio de comparación (un duelo de papalotes que representa los altibajos de una pequeña comunidad rural) que aunque indudablemente bien escrito y narrado no tiene el encanto de los dos textos anteriores. La selección es de Julio Jiménez Rueda, cuya lúcida introducción alaba tal vez de más la "entereza moral" de Roa Bárcena (es que tanto Roa como Rueda fueron hombres de tendencia conservadora; más la obra de un artista y sus actos civiles son dos cosas distintas). Se incluye también un largo ensayo de Roa sobre José Gorostiza.
- La risa de las azucenas. Socorro Venegas. Veintidós cuentos breves que conforman el primer libro de cuentos de la potosina Venegas. Temas recurrentes: el mutismo, la soledad, el amor (a veces efímero, otras cíclico y de vez en cuando correspondido), la infancia, la identidad. Algunos "realistas" y otros fantásticos, pero en realidad ocurren todos en un mismo universo. Cuentos que destacan: "Diario de plenilunio" (De tema apocalíptico), "El burócrata y el ángel" (que consigue extraer una idea filosófica de un asunto trivial, la expurgación de gerundios en un discurso político), "El globo terráqueo" (el mejor de los de corte realista).
- La grieta y otros cuentos. Manú Dornbierer. Quince cuentos, unos fantásticos y otros de ciencia ficción; acaso algunos... ¿teosóficos? Un tema recurrente es el de el alma (y en Dornbierer el alma casi siempre vale a decir la conciencia, no necesariamente la personalidad) fuera de la materia y el tiempo. El propio tiempo es otro tema recurrente, casi siempre con la idea de quebrantar sus leyes para reparar errores aparentemente inevitables. Hay algo de terror en estos cuentos, un poco de esperanza también.
- Mantis religiosa. Mauricio Molina. Doce cuentos fantásticos que conforman el primer libro de cuentos de Molina (anteriormente escribió una novela y un libro de ensayos); son cuentos más bien imperfectos: no hay aún fantasía sino un poco de invención, no erotismo sino fantasías masturbatorias, no exotismo sino apenas ideas vagas sobre otras culturas, etc. No por ello es una obra mala y ciertamente hay un esfuerzo narrativo por parte del autor... aunque frente a otros primeros libros de cuentos (como "La materia del insomnio" de Mario González Suárez, "Tiempo destrozado" de Amparo Dávila, "Los sueños de la bella durmiente" de Emiliano González, "La grieta" de Manou Dornbierer, etc.) se queda del todo corto.
- La piel dorada y otros animalitos. Erika Mergruen. Dieciocho breves cuentos fantásticos. Más bien lúdicos, algunos con base más o menos sencilla (un cuento es el ejercicio de escribir un manual para una operación sencilla, otro parte del tema de la sobrepoblación y llega a la generación espontánea, etc.), pero magistralmente compuestos.
- Esta noche...vienen rojos y azules. Pedro F. Miret. Once cuentos del desconcertante Miret. Este libro sería de hecho su primer libro de cuentos, pero la que leí fue la tercera edición (CNA, 1997), que reedita ediciones anteriores: modifica ligeramente el primer texto y reemplaza el último texto (originalmente una obra de teatro titulada "Eclipse con explosión") con un cuento titulado "Incursión" (y que de hecho es uno de los mejores textos del libro). Los llamo "textos" porque la mayoría no tienen título; incluso el título del libro sólo corresponde al primer cuento, que es además el más largo. Son cuentos extraños, maravillosos pero no propiamente fantásticos. Las situaciones que proponen son más bien insólitas (a menudo ocurren en medio de la nada, tanto figurativa como literalmente) y sus personajes son auténticos autómatas que obedecen impulsos inexplicables incluso para ellos mismos. Destacan un cuento sobre la experiencia del cine y su ilusión, otro que transcurre en un pueblo poblado exclusivamente por mecánicos e "Incursión", en el que una aventura nocturna evoluciona poco a poco en pesadilla.
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