- Cuentos del México antiguo. Artemio de Valle-Arizpe. Dieciséis cuentos característicos de ese dedicado colonialista (pero no, de ese modernista que disfrazaba su arte de nostalgia colonialista) que fue Valle-Arizpe. Cuentos que muestran buena parte de su oficio: leyendas, relatos costumbristas (más bien burlescos), hagiografías, cuentos fantásticos, relatos pseudohistóricos (más bien una extensión de sus maravillosas leyendas)... Si ciertos rasgos de su estilo molestan un poco en tiempos actuales (sobre todo la visión a menudo maniquea con que maneja los conflictos sociales; concretamente su empeño en retratar a la clase plebeya como criminal de alma) la belleza de su prosa no disminuye, y es en todo caso otro de aquellos escritores desfasados a su tiempo y que siempre conviene revisitar y analizar (y sí, criticar) cuidadosamente, más aún con ojos modernos.
- Cuentos de terror. Pedro Soria. Veinticinco cuentos autopublicados de un escritor en ciernes. Todos son obras imperfectas, mal narradas y sin mayores méritos literarios. Todos, empero, muestran una gran inventiva en lo que respecta a sus argumentos, incluso en lo que respecta a sus "artilugios de miedo". La portada es un dibujo firmado por un tal "R. Palacios" y la introducción es de un tal Francisco Sánchez, quien sentencia que "la pausa para reflexionarlo (al libro) puede ser motivo para encontrar las limitaciones que posee el primer volumen que se edita, pero no las que tiene el autor, sino las que tiene el precoz intento fructífero de escribir (...) Pedro Soria tiene los vientos de un buen escritor". En efecto, tiene el potencial para ser un buen escritor, si es que le impone mayor rigurosidad a su obra. Por ahora, el volumen publicado es tan solo un curioso objeto, pero en el mejor de los casos puede llegar a ser un antecedente histórico.
- Una inmensa legión de fantasmas. Efrén Minero. Diez cuentos de un escritor joven, acaso escritor en ciernes pese a que la semblanza de su solapa proclama que tiene otros dos libros publicados. Pero se trata de cuentos imperfectos, que confunden el chiste vulgar con el ingenio, el habla coloquial con el juego lingüístico y que además abusan de la enumeración. El penúltimo cuento es el más largo y posiblemente el más logrado del libro; el último y el que le da título al libro es un microcuento (más bien un aforismo que quiere hacerse pasar por microcuento); todos los demás son básicamente variaciones sobre las ocurrencias que cualquiera tiene, pero sin profundizar más.
- De fusilamientos y otras narraciones. Julio Torri. Colección en tres apartados de ese maravilloso minimalista que fue Torri, cuya obra, escasa en extensión es enorme en maravilla. Cierto que es una obra muy propia en su época --publicada por primera vez en 1940 (aunque corre la leyenda de que la casi totalidad de sus textos en realidad fue redacta antes de 1917) presenta una cosmovisión indudablemente criolla de la realidad. Acaso le concede demasiado valor a la cultura académica y sin duda alguna muchos de sus textos exhiben una fuerte misoginia (¿su confesión en estas páginas de que vivía con uno de sus grandes maestros, Pedro Henríquez Ureña, en "un mundo de pasión" explicará este rasgo de su carácter?). Cierto también que es uno de los primeros grandes innovadores de las letras mexicanas, y que posteriores escritores fantásticos como Juan José Arreola tienen en él a uno de sus más importantes predecesores. Y cierto, finalmente, que su obra, al menos la mayor parte de ella, consigue mantenerse original y profunda incluso a la fecha.
- Mi hijo, el lobo y otros cuentos de terror. Janitzio Villamar. Ocho cuentos de terror... bueno, con arquetipos propios del género de terror. Son cuentos pesimamente escritos, llenos de clichés y de agujeros en el argumento, aparte la absoluta torpeza del autor para el diálogo. Los temas oscilan entre hombres lobo, vampiros y fantasmas (con los consabidos roces con demonios, brujos y pactos satáticos). Todos los textos fueron publicados con anterioridad en diversas revistas como "Dracula's magazine", "Equipo Mensajero" y "El gato negro", de los que sospechamente fue director el propio Villamar...
- Cuentos románticos. Justo Sierra. Quince cuentos de juventud de ese romántico tardío (o ese modernista post-romántico) que fue Sierra. Quince breves textos que oscilan entre leyendas campechanas, bellas obras fantásticas, textos semihistóricos y narraciones pasionales de antiheroes románticos. Las obsesiones del autor incluyen, por un lado, los temas israelitas (que sin embargo evitan el evangelismo pedante por medio de la fantasía histórica) y por el otro los caprichosos pasos del alma (el amor joven que con frecuencia lleva a la muerte o bien a la madurez cínica), amén de un claro amor por la ambientación marina (o tropical) y un interés en indagar la veracidad de la historia oficial. El que este volumen sea uno de las pocas recopilaciones voluntarias de la obra literaria de Sierra le confiere aún más valor, pero no le hace falta; su calidad literaria es por sí sola suficiente para volverle sobresaliente.
- Cuentos frágiles. Manuel Gutierrez Nájera. El único libro publicado en vida por Nájera es una colección de trece cuentos melodramáticos, de estética indudablemente preciosista y que en sus mejores momentos rozan con la poesía en prosa. Como cuentos se encuentran un tanto envejecidos, sea por la intención moralista o por la puerilidad con que Nájera intenta tratar temas como la miseria y el sufrimiento de los inocentes ("¡no hay madres malas, no señor!"); lo mismo ocurre en realidad con casi toda la obra de éste autor. Pero es que Nájera fue realmente un pionero, el primer escritor mexicano dedicado en pleno a la literatura y de paso el iniciador del modernismo en la poesía; como tal, es inevitable que haya sido superado con creces por contemporáneos, discípulos y sucedáneos. Pero su obra sentó las bases de toda una tradición literaria y por lo tanto merece aún ahora más de una relectura crítica, así sea con ojos modernos.
- Cuentos de espantos y novelas rústicas. Manuel José Othón. Cinco cuentos del poeta Othón, clasicista por convicción pero modernista a ultrajanza de sí mismo. Los tres primeros textos, los "cuentos de espantos" son relatos de intención cervantina con algo de Poe (según señala José Emilio Pacheco), con la curiosidad añadida de que los tres son cuentos supuestamente desmitificadores pero con una ambigüedad fantástica que el ánima de Othón parece haber operado a traición de sus propias intenciones. "El nahual" teóricamente desmiente al brujo y a su familiar coyote, pero la imposible astucia de este último sugiere que el brujo sí es tal; "Coro de brujas" pretende exponer ciertas fatasmagorías como estafas, pero el narrador sugiere entre líneas que hay algo más en las mujeres con que se alía; "Un encuentro pavoroso" no es fantástico, pero en cambio deja en claro que la sugestión puede ser más efectiva que la deducción. En cuanto a las dos "novelas rústicas" se trata de cuentos pintorescos más bien melodramáticos y exagerados; pero su valor no radica en la anécdota que cuentan ni en sus idealizados personajes, sino en la sorprendente adecuación que Othón crea entre el paisaje y el ánimo de sus personajes, al más puro estilo romántico.
- La linterna de los muertos. Álvaro Uribe. Reedición de la clásica colección de cuentos fantásticos de Uribe publicada en 1988, a la que ahora se le añaden otros dos. Cuentos de fantasía filosófica que se podría decir están en deuda tanto con Borges como con Cortázar, pero en los que la voz propia del autor trasciende esas dos influencias para moverse hacia un plano único: la Arcadia, el mundo primigenio o mundo de las ideas platónicas. "Filósofo meditando", "El rehén", "La audiencia de los pájaros" y "El séptimo arcano" son disquisiciones sobre los planos de existencia brillantemente compuestos como cuentos fantásticos. "El evangelio del hermano Pedro" y "El último sueño de Simón" parten de anécdotas cristianas, mientras que "La linterna de los muertos" y "La fuente" lo hacen de leyendas americanas.
- Antología personal. Juan Rulfo. El gran Rulfo, escritor aparentemente lacónico y en realidad de inmensa profundidad, creó una selección de sus propios textos. Ocho cuentos de la colección "El llano en llamas", dos fragmentos de la novela "Pedro Páramo" que también funcionan como dos cuentos conectados y la posible joya de la colección: dos textos breves antes inéditos (mejor dicho, rescatados de revistas): el cuento suelto "La vida no es muy seria en sus cosas" y "Un pedazo de noche", fragmento de la novela inédita "El hijo de la desolación", pero que también funciona perfectamente como cuento. En conjunto reviven y amplían el paisaje literario de Rulfo (precisamente los dos nuevos cuentos usan una ambientación urbana, donde todo lo demás era rural o fronterizo), amén de reforzar su atmósfera espectral, que tiene tanto de gótico europeo como de las leyendas populares...
- Cuentos de terror. Pedro Soria. Veinticinco cuentos autopublicados de un escritor en ciernes. Todos son obras imperfectas, mal narradas y sin mayores méritos literarios. Todos, empero, muestran una gran inventiva en lo que respecta a sus argumentos, incluso en lo que respecta a sus "artilugios de miedo". La portada es un dibujo firmado por un tal "R. Palacios" y la introducción es de un tal Francisco Sánchez, quien sentencia que "la pausa para reflexionarlo (al libro) puede ser motivo para encontrar las limitaciones que posee el primer volumen que se edita, pero no las que tiene el autor, sino las que tiene el precoz intento fructífero de escribir (...) Pedro Soria tiene los vientos de un buen escritor". En efecto, tiene el potencial para ser un buen escritor, si es que le impone mayor rigurosidad a su obra. Por ahora, el volumen publicado es tan solo un curioso objeto, pero en el mejor de los casos puede llegar a ser un antecedente histórico.
- Una inmensa legión de fantasmas. Efrén Minero. Diez cuentos de un escritor joven, acaso escritor en ciernes pese a que la semblanza de su solapa proclama que tiene otros dos libros publicados. Pero se trata de cuentos imperfectos, que confunden el chiste vulgar con el ingenio, el habla coloquial con el juego lingüístico y que además abusan de la enumeración. El penúltimo cuento es el más largo y posiblemente el más logrado del libro; el último y el que le da título al libro es un microcuento (más bien un aforismo que quiere hacerse pasar por microcuento); todos los demás son básicamente variaciones sobre las ocurrencias que cualquiera tiene, pero sin profundizar más.
- De fusilamientos y otras narraciones. Julio Torri. Colección en tres apartados de ese maravilloso minimalista que fue Torri, cuya obra, escasa en extensión es enorme en maravilla. Cierto que es una obra muy propia en su época --publicada por primera vez en 1940 (aunque corre la leyenda de que la casi totalidad de sus textos en realidad fue redacta antes de 1917) presenta una cosmovisión indudablemente criolla de la realidad. Acaso le concede demasiado valor a la cultura académica y sin duda alguna muchos de sus textos exhiben una fuerte misoginia (¿su confesión en estas páginas de que vivía con uno de sus grandes maestros, Pedro Henríquez Ureña, en "un mundo de pasión" explicará este rasgo de su carácter?). Cierto también que es uno de los primeros grandes innovadores de las letras mexicanas, y que posteriores escritores fantásticos como Juan José Arreola tienen en él a uno de sus más importantes predecesores. Y cierto, finalmente, que su obra, al menos la mayor parte de ella, consigue mantenerse original y profunda incluso a la fecha.
- Mi hijo, el lobo y otros cuentos de terror. Janitzio Villamar. Ocho cuentos de terror... bueno, con arquetipos propios del género de terror. Son cuentos pesimamente escritos, llenos de clichés y de agujeros en el argumento, aparte la absoluta torpeza del autor para el diálogo. Los temas oscilan entre hombres lobo, vampiros y fantasmas (con los consabidos roces con demonios, brujos y pactos satáticos). Todos los textos fueron publicados con anterioridad en diversas revistas como "Dracula's magazine", "Equipo Mensajero" y "El gato negro", de los que sospechamente fue director el propio Villamar...
- Cuentos románticos. Justo Sierra. Quince cuentos de juventud de ese romántico tardío (o ese modernista post-romántico) que fue Sierra. Quince breves textos que oscilan entre leyendas campechanas, bellas obras fantásticas, textos semihistóricos y narraciones pasionales de antiheroes románticos. Las obsesiones del autor incluyen, por un lado, los temas israelitas (que sin embargo evitan el evangelismo pedante por medio de la fantasía histórica) y por el otro los caprichosos pasos del alma (el amor joven que con frecuencia lleva a la muerte o bien a la madurez cínica), amén de un claro amor por la ambientación marina (o tropical) y un interés en indagar la veracidad de la historia oficial. El que este volumen sea uno de las pocas recopilaciones voluntarias de la obra literaria de Sierra le confiere aún más valor, pero no le hace falta; su calidad literaria es por sí sola suficiente para volverle sobresaliente.
- Cuentos frágiles. Manuel Gutierrez Nájera. El único libro publicado en vida por Nájera es una colección de trece cuentos melodramáticos, de estética indudablemente preciosista y que en sus mejores momentos rozan con la poesía en prosa. Como cuentos se encuentran un tanto envejecidos, sea por la intención moralista o por la puerilidad con que Nájera intenta tratar temas como la miseria y el sufrimiento de los inocentes ("¡no hay madres malas, no señor!"); lo mismo ocurre en realidad con casi toda la obra de éste autor. Pero es que Nájera fue realmente un pionero, el primer escritor mexicano dedicado en pleno a la literatura y de paso el iniciador del modernismo en la poesía; como tal, es inevitable que haya sido superado con creces por contemporáneos, discípulos y sucedáneos. Pero su obra sentó las bases de toda una tradición literaria y por lo tanto merece aún ahora más de una relectura crítica, así sea con ojos modernos.
- Cuentos de espantos y novelas rústicas. Manuel José Othón. Cinco cuentos del poeta Othón, clasicista por convicción pero modernista a ultrajanza de sí mismo. Los tres primeros textos, los "cuentos de espantos" son relatos de intención cervantina con algo de Poe (según señala José Emilio Pacheco), con la curiosidad añadida de que los tres son cuentos supuestamente desmitificadores pero con una ambigüedad fantástica que el ánima de Othón parece haber operado a traición de sus propias intenciones. "El nahual" teóricamente desmiente al brujo y a su familiar coyote, pero la imposible astucia de este último sugiere que el brujo sí es tal; "Coro de brujas" pretende exponer ciertas fatasmagorías como estafas, pero el narrador sugiere entre líneas que hay algo más en las mujeres con que se alía; "Un encuentro pavoroso" no es fantástico, pero en cambio deja en claro que la sugestión puede ser más efectiva que la deducción. En cuanto a las dos "novelas rústicas" se trata de cuentos pintorescos más bien melodramáticos y exagerados; pero su valor no radica en la anécdota que cuentan ni en sus idealizados personajes, sino en la sorprendente adecuación que Othón crea entre el paisaje y el ánimo de sus personajes, al más puro estilo romántico.
- La linterna de los muertos. Álvaro Uribe. Reedición de la clásica colección de cuentos fantásticos de Uribe publicada en 1988, a la que ahora se le añaden otros dos. Cuentos de fantasía filosófica que se podría decir están en deuda tanto con Borges como con Cortázar, pero en los que la voz propia del autor trasciende esas dos influencias para moverse hacia un plano único: la Arcadia, el mundo primigenio o mundo de las ideas platónicas. "Filósofo meditando", "El rehén", "La audiencia de los pájaros" y "El séptimo arcano" son disquisiciones sobre los planos de existencia brillantemente compuestos como cuentos fantásticos. "El evangelio del hermano Pedro" y "El último sueño de Simón" parten de anécdotas cristianas, mientras que "La linterna de los muertos" y "La fuente" lo hacen de leyendas americanas.
- Antología personal. Juan Rulfo. El gran Rulfo, escritor aparentemente lacónico y en realidad de inmensa profundidad, creó una selección de sus propios textos. Ocho cuentos de la colección "El llano en llamas", dos fragmentos de la novela "Pedro Páramo" que también funcionan como dos cuentos conectados y la posible joya de la colección: dos textos breves antes inéditos (mejor dicho, rescatados de revistas): el cuento suelto "La vida no es muy seria en sus cosas" y "Un pedazo de noche", fragmento de la novela inédita "El hijo de la desolación", pero que también funciona perfectamente como cuento. En conjunto reviven y amplían el paisaje literario de Rulfo (precisamente los dos nuevos cuentos usan una ambientación urbana, donde todo lo demás era rural o fronterizo), amén de reforzar su atmósfera espectral, que tiene tanto de gótico europeo como de las leyendas populares...
2 comentarios:
Hola: gracias por leer mis textos, aunque los hayas calificado tan terrible como lo hiciste. ¿Qué te puedo decir? Simplemente, que espero contar con tu buena voluntad para la lectura de algunos otros. Puedes consultar mi blog o el de la editorial, de la que soy también director, aunque claro, es una sociedad de escritores que publica a sus asociados, pero cualquiera puede hacerse asociado y como premio a las ventas recibir la reedición o publicación de otro libro: editorialestigia.blogspot.com
janitziovillamar.unblog.fr
Janitzio Villamar
rebeca: Gracias por señalar esos dos errores, ya fueron corregidos. Sin embargo, veo que confundes errores de dedo con mala redacción. Y en cuanto a los comentarios, ¿quien dijo que no eran generales? La verdad, suenas demasiado molesta con cosas que no valen la pena.
Janitzio: Gracias por comentar y por la invitación.
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