8.5.11

Frustración


Pongámoslo así: ¿se puede amar a alguien a quien odias con toda el alma? Seguro que sí, porque el opuesto del odio no es el amor, sino la indiferencia.

Mejor aún: es posible, es frecuente incluso desear a alguien cuya sola presencia nos llena de asco. Desear su cuerpo pero aborrecer su alma hasta el infinito. Viceversa.

Entonces te encuentro risible pero veo que el mundo te alaba. O te envidio porque pareces gozar de buena reputación entre círculos a los que yo quise pertenecer desde hace ya demasiado tiempo.

Bah, todo lo anterior es una historia tan común, tan llena de clichés; más no por eso son menos punzantes las emociones que evocan en mí.

A veces siento que el mundo pertenece a los mediocres. Inmediatamente pienso que más bien hay de todo en el mundo, pero que pocos están conformes con el lugar que les ha tocado porque nadie sabe a la perfección que lugar le corresponde. "La fama, el poder, la satisfacción y otras tantas herramientas son lo mismo nuestros deseos más profundos que las tentaciones más frívolas".

Si el sufrimiento llega a hacer grandes obras, ¿el arte tiene un fin terapéutico? A veces, no siempre. Cualquier receta para el arte funcionará de vez en cuando y pareciera ser que a entero capricho del azar, porque en realidad depende del individuo que a ella se consagra, del artista. El individuo total es algo tan complejo que la psicología, la religión y la historia no pueden definir sino la más tenue de las aristas de su sombra.

Quiero darme esperanza, recordarme que así como el mundo no puede estar siempre en plena decadencia tampoco podría estar "lleno de gloria". Pero ese es precisamente el problema, la intuición de que el mundo (vale a decir: la humanidad) está siempre a la deriva ya sea junto a seres cósmicos o en soledad. Porque lo mismo da. Porque la vida no es ni siquiera absurda sino que solo "es" en la medida que alguien tiene consciencia de que existe. ¡Malditos, benditos sean sabios como Wittgenstein o Ehrenfels, que intuyeron la falsa inocencia del lenguaje y el mundo!

(Y porque la vida siempre se entromete mientras vivimos, roguémosle y exijámosle a la humanidad que el frustrante Eurocentrismo de la oración anterior sea purificado por tiempos venideros. ¡Déjennos vivir nuestra vida como mejor nos parezca!)

No habrá ninguna respuesta, ningún alivio permanente a todos estos pruritos. Pero eso es existir: no es llegar a un estado divino ni es ayudar al resto de la humanidad a progresar, es buscar siempre un sentido. Es una búsqueda cuyo objetivo es la búsqueda misma, un uróboros que no es empero solipsista.

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