Nuevamente, comentarios sobre libros que vaya leyendo este año.
- Uncle Bill. Bef. Novela gráfica acerca de la estadía del escritor William Burroughs en la Ciudad de México durante finales de la década de los 40, mezclado con piezas autobiográficas acerca del propio Bef y su fascinación por la obra de Burroughs, que lo llevaría a intentar seguir los pasos del autor y culminaría en la obra que estamos leyendo.
Posiblemente la obra más ambiciosa de Bef hasta ahora; en general, siempre he pensado que sus historietas son mejores que su prosa (ya sea novela o cuento). Y es que la personalidad un tanto ingenua de Bef como narrador tiende a estorbar un tanto el desarrollo de sus textos. Con su obra gráfica éste detalle se atenúa un poco. Además, hay que decirlo: Bef es no sólo un buen ilustrador, sino también un buen "director" de historietas (esto es, planea con cuidado qué va en cada panel, cómo irá estructurada la página y así en adelante). Como historieta semi-biográfica (esta obra está basada en un hecho real, pero no pretende ser completamente fiel a los hechos)... no está a la altura de, digamos, un Alan Moore (en From Hell), o de un Juan Acevedo (en ¡Pobre diablo!), o de un Jis (en Diario: Va de nuez), pero aún y así tiene mérito. En lo personal no me convencen ciertas hipótesis más bien adolescentes del autor (Como que quizá José Revueltas hubiera sido buen amigo de Burroughs y Julio Cortázar definitivamente no), pero en cambio me parece notable la ambientación (de nuevo, no estrictamente realista pero sí muy educativa) del México (y el EU) de mediados del siglo XX.
Las últimas tres páginas, el regreso de Burroughs a EU, son a mi juicio las mejores de la obra, y en ellas se consigue capturar un momento genuinamente perturbador (y que, de hecho desbarata una tesis que el propio Bef había planteado páginas antes, quizá sin percatarse de ello). ¿Qué llevó a Burroughs a matar a su esposa? ¿Fue algo planeado, algo impulsivo o un auténtico accidente? Bef, desdoblado como narrador, propone un triángulo amoroso entre Burroughs, su esposa Joan y Lewis Marker (aquí hipotéticamente amante de ambos). En la vida real, quizá, bien puede haber sido ése el origen. Yo tengo para mí que el verdadero origen no importa, y en dado caso lo más probable es que fuera algo trivial, como suelen ser las raíces de los grandes acontecimientos.
Pero en esas últimas tres páginas se propone una posibilidad más interesante (aunque, claro, sólo es válida en términos simbólicos): la muerte de Joan habría sido un sacrificio necesario para que Burroughs, el hombre, se convirtiera en Burroughs, el escritor. Una ofrenda que el demonio de la creatividad exigía y que no podía ser negada.
19.2.15
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