26.7.17

Diario de lectura.


Reto de lectura, julio: Leyendas y tradiciones. 



- Cuentos del México antiguo. Artemio de Valle-Arizpe. Recopilación con dieciséis cuentos de Valle-Arizpe, uno de los principales exponentes del estilo Colonialista de la literatura mexicana apenas posterior a los años de la revolución. Entre leyenda y cuento fantástico (algunos más bien serían cuentos costumbristas si no fuera por un tono que los aproxima un poco al modernismo, a lo gótico inclusive). Entre relatos de milagros, de aparecidos y de personajes casi maniqueos, esbozan un México no realmente pasado, sino puramente imaginario, puramente literario. 

Conocí la literatura de Valle-Arizpe hace más de una década, cuando tras la lectura de Bécquer procedí a buscar más recopilaciones de leyendas y tradiciones de todo el mundo y todas las épocas, buscando alguno que tuviera ese delicioso tono entre la maravilla y el terror. Entonces Valle-Arizpe me parecía de los más próximos. Y lo es —pero hay aún más. 

Está, claro, su lugar entre los Colonialistas como Francisco Monterde y Julio Jiménez Rueda —-por no mencionar la novela “Pero Galín”, de Genaro Estrada, que los parodió y consiguió hacerlos pasar de moda. Están anécdotas como la amistad personal de Valle-Arizpe con nada menos que Salvador Novo; o bien, su aprendizaje bajo Luis González Obregón (a cuyo libro “Las calles de México” le deben tanto los mejores relatos de Valle-Arizpe). Está la tradición literaria que formó en México y que aún tiene exponentes en tiempos más modernos —es preciso leer, por ejemplo, a Carlos Alvear, a Juan Trigos, a Doris Camarena. 

Y hay algo más, que al menos en mi caso no había notado sino hasta esta reciente relectura. Mencioné que el México que esbozan es en realidad puramente literario y que sus personajes son casi maniqueos. Pero estos dos detalles no son ningún defecto; por el contrario, son un truco literario que no es evidente a primera vista. Si muchos de sus relatos a primera vista son imitaciones de hagiografías y de fábulas moralistas existentes, al leer con cuidado se notan algunos detalles, los cuales revelan que el mundo de sus narraciones sólo en apariencia es sencillo y comprensible. En teoría estos son relatos en los que el bien (emparentado con la religión cristiana y con la colonia española) triunfa siempre sobre el mal (entendido, de nuevo, bajo la perspectiva cristiana, pero también bajo el concepto precisamente de colonos). Pero en muchos casos no ocurre exactamente así: El músico que lleva años dejando en vilo a una mujer sin tener intención de casarse con ella promete hacerlo cuando ocurra un milagro (que su viejo pino florezca); pero cuanto esto ocurre, el hombre muere de la impresión. No se ha dado la boda, sólo una muerte absurda. Un benévolo cura ultrajado por tres ladrones es vengado por un ángel y luego el mismo cura muere contemplando al ángel —pero no hay justicia porque los daños nunca fueron reparados y la hermana del cura (único testigo de los hechos) jamás comprende lo que ha ocurrido. Y para los ladrones en cuestión el ángel no es hermoso, sino una fuente de terror puro. En el cuento más sangriento del libro (tanto que se aproxima al  Gore moderno), “Crimen y castigo”, se podría pensar que el crimen es el asesinato de un sacerdote y el castigo la ejecución de sus asesinos. Pero el final revela que no: El crimen es que el sacerdote murió en pecado (no se sabe nunca cual) y su castigo es que su fantasma recorre el monasterio sin enterarse jamás de que ha muerto. Suplica a quien se le aparece: “No me mates, hombre. ¡No me mates, por Dios!”. 

Hasta los cuentos costumbristas tienen cierta sutil mala leche. En “El destino manda”, un hombre pacífico que lee “Los gozos de la virgen” en compañía de su familia resulta ser de profesión verdugo, y reflexiona que la única diferencia entre un asesino y un héroe es que el segundo causa muchas más muertes que el primero. En “Luz y sombra” se nos presentan dos hermanos, uno bueno y uno malo desde el nacimiento. Pero es el ostensiblemente malo quien finalmente salva la vida del otro, sin que se conozcan nunca los motivos. En muchos de estos cuentos se sugiere un universo en apariencia lógico pero en realidad enigmático y muchas veces inclusive irracional. 

Propongo (dudo mucho ser el primero que lo hace) una lectura de las leyendas de Valle-Arizpe como cuentos fantásticos, y de esta suerte reconocido como parte de una riquísima tradición literaria que es la del terror (a veces la maravilla) sobrenatural. 

Y aunque no, sigue siendo un libro que vale la pena leer y releer. 

No hay comentarios.: