22.7.21

R. L. Stine al cine.








- Fear Street: 1994, 1978, 1666. (EU. 2021. Dir. Leigh Janiak)

- Goosebumps. (EU, 2015. Dir. Rob Letterman).

- Goosebumps 2: Haunted Halloween. (EU, 2018. Dir. Ari Sandel).

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Para los que crecimos en los 90 (bueno, depende del contexto) los libros para niños y adolescentes de Stine evocan cierta nostalgia. Esos pulps de Estados Unidos, que en México llegamos a conocer por traducciones de España, editorial Norma para ser exactos, cuentos de miedo para jóvenes.

"Escalofríos" (Goosebumps), historias de monstruos para niños, y "La calle del terror" (Fear Street), thrillers para niños un poco mayores. Y a rebote, miles de copias, algunas del propio autor (o de autores subrogados, publicados con el nombre de Stine), muchas de otros tantos, reimpresiones de tantos y tantos relatos anteriores que ya habían formado la tradición de la que estas series bebían...

Claro, los tiempos cambian, y aunque el autor sigue por ahí, el público fue creciendo y cual más cual menos enfiló por otros derroteros.

Claro, también, esa nostalgia de la que hablo cada tanto se mercantiliza. Como en EU el furor por los 80 empieza a morir, comienzan ya a apuntarle a la última década del siglo XX.

Entonces, éstas cinco películas que adaptan sus libros serían una avanzada de la ola de nostalgia noventera, que copia la estética de aquellos ayeres.

Pero lo interesante es que no solo no son exactamente como los libros. De hecho, proponen casi una subversión del tema.

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El primer "Escalofríos" dejó de lado la adaptación televisiva y se centra en una nueva historia que combina algunos de los monstruos más famosos de la serie (pero por cierto, más basados en las ya legendarias portadas de Tim Jacobus que en los textos de Stine y sus ghostwriters) y una versión ficcionalizada del propio Stine.

Sigue más bien las reglas de Hollywood --un total de tres romances entre los personajes, mucho efecto especial, millones de alusiones no solo a los libros originales sino a diversos artefactos de la cultura pop y, por supuesto, sus giros argumentales.

Y es entretenida, eso sí.

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La segunda película sigue más de cerca el tono de los libros, de nuevo con argumento original y ahora con monstruos nuevos. Quizá por entregarse más al tono propiamente infantil, la película no tuvo mucho éxito comercial.

Pero es mucho más divertida que la primera y, en mi opinión, cumple mejor con el cometido de la nostalgia. No en balde esta vez utiliza personajes a punto de concluir la infancia (y la adolescencia), y tiene como sub-tema al propio Stine pasándole la batuta a nuevas generaciones de escritores.

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La trilogía que compone "La calle del terror", por otro lado, usa los libros tan sólo como alusiones para en su lugar proponer una fábula sobre la disparidad entre ricos y pobres a lo largo de varias épocas. Cubre todo aquello que los libros, por órdenes de la censura, jamás tocaban. Drogas, sexo, sexualidad, violencia, cuestiones étnicas, de clase...

Y de nuevo, referencias de las épocas -- ahora, los 90, 70, décadas anteriores y, para el clímax de 1666, alude más bien a producciones situadas en la época.

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¿Se trata de mero entretenimiento hueco? Sí y no. Pues por debajo de todas ellas asoma una tendencia ya más vista en el último lustro en que la propia cultura pop estadounidense comienza a mostrar grietas y a cuestionar su propia visión endulcolorada de los recuerdos.

Ya series televisivas como "Riverdale", que toma como pretexto las supuestamente inocentes historietas de Archi (Archie, si prefieren) para elaborar una trama llena de horrores velados, o por ejemplo la excelente "Pose", que examina el lado de los 80 que tantas series de nostalgia dejan por completo de lado (las minorías, la pobreza, la verdadera contracultura subversiva) recuerdan que la vida es mucho más compleja que como la recordábamos de niños o de adolescentes.

Algo hay, que ni la mercadotecnia mercenaria puede enterrar del todo.


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