5.2.18

Reto fílmico.


Reto fílmico, Febrero: Cine gay y queer. 



- Contracorriente. (Perú, 2010. Dir. Javier Fuentes-León). En un pueblo pesquero (filmado en Cabo Blanco), una comunidad donde todos se conocen y perduran aún tradiciones ancestrales (sobre todo un rito para despedir a los muertos), vive un joven pescador, Miguel. Él y su esposa están por tener su primer hijo; y Miguel es un miembro muy querido de la comunidad. Aunque hay un detalle que intenta ocultar: su romance con el fotógrafo Santiago, que en cambio no es bien visto por el pueblo (en parte por cuestiones de clase —es de familia rica y menosprecia un tanto las costumbres del pueblo —y un tanto por prejuicio, por ser abiertamente homosexual). Ante la reticencia de Miguel a dejar de vivir dos vidas a la vez, Santiago decide marcharse. Y esto ocurre, pero no como ninguno de ellos lo esperaba: Santiago es arrastrado por la contracorriente y se ahoga; su fantasma se le aparece a Miguel, quien al parecer es el único que puede verlo —y tocarlo. 
Y esta situación, que en principio parece ser la solución al conflicto de Miguel (porque ahora puede mantener su romance oculto y disponer de tiempo con Santiago con sólo llamarlo) en realidad es el principio de un gran cambio. Miguel tendrá que ser capaz de aceptar toda la verdad sobre sí y que desafiar a quien le pese —comunidad, familia, o destino. 




Ópera prima del director; una película entre la leyenda y (más o menos) el realismo mágico. Algo interesante de esta película es su recepción: Quienes no la clasifican de “comercial” (y eso que es una película de bajo presupuesto y que rara vez ha sido vista fuera de festivales cinematográficos) insisten en que no es una película “gay” o que “sobrepasa el tema de la homosexualidad” (que es como decir que una película “sobrepasa el tema del racismo” o que “va mas allá del tema femenino”. En otras palabras, tonterías que inventan los críticos para no decir “¡Me gustó ésta película pero no quiero que vayan a pensar que soy (X minoría, Z cosa)!”). Lo que pasa es que el que una película sea de cierto tema o de cierto género no es lo único que compone a la película —sin que abandone tal tema ni género, esto hay que dejarlo muy en claro. 
Una película de terror puede también ser una crítica social; no por eso deja de ser de terror. Es película de terror Y además un crítica social. 
Una película puede tratar la homosexualidad y además plantear un tema como “¿qué nos define como ser humano?”. No por eso deja de ser una película gay. Es una película gay Y que además plantea el tema “¿qué nos define como ser humano?”. 
Y así en adelante. 
Pues bien, en este caso es una película que plantea lo siguiente: Que por insoportable que resulta la represión de fuera (la intolerancia de una sociedad o bien de otro individuo), mentirnos a nosotros mismos con respecto a nuestra propia naturaleza o situación hace más daño. Claro, se le puede objetar que en más de un contexto esto de ocultar la orientación sexual no es tanto autoengaño sino estrategia de supervivencia. Si en algunos lugares del mundo el prejuicio es desaprobación y nada más, en otros literalmente lleva a la muerte. 
Mas hay un detalle que salva ésta narración, y es el dejo de leyenda que tiene. El pueblo mismo se siente un tanto intemporal. Los personajes a veces son más arquetipos que personas —y esto no es siempre un defecto, sino una manera de volver la narración alegoría. 
Quizás por eso, muchos detalles de mayor precisión sobre los personajes se dejan como pequeñas pistas (por ejemplo que Santiago visitaba el pueblo desde niño y que Tatiana, la esposa de Miguel, viene de otro pueblo. En otras palabras, es posible que el romance de Miguel y Santiago sea cosa de años, quizá incluso de toda la vida) o inclusive se han dejado de lado (la edición en DVD de ButacaPerú incluye muchas escenas borradas, como una que deja más en claro cuál es la posición del sacerdote del pueblo y por qué es de la gente del pueblo que opta por sí reconocer la relación de Miguel con Santiago, le guste o no a los demás). 
Una película que vale la pena ver y discutir. 

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