9.12.20

Prejuicios, tan arraigados...

Una de las cosas que más me parten el corazón pero que a la vez me irritan, es que me he topado una y otra vez con gente abiertamente gay y que se ponen a repetir toda clase de prejuicios sin siquiera pensarlo. El racismo casual. Ideología muy tendiente al fascismo, si no es que abiertamente. Los que se creen que tienen más derecho a vivir que el pueblo al que desprecian, con el argumento de que tienen mejor educación. Pues si, se tiene mejor educación por puro privilegio y ahora resulta que lo quieren llevar hasta el extremo. Los que tan desesperadamente quieren ser aceptados (más bien asimilados) por los muy adinerados que son capaces de humillarse hasta la médula con tal de caerles simpáticos. De reírse con supuestas bromas pensadas para insultarlos. 


Que con eso se destruyen todavía más, ni les pasa por la cabeza. 


Los hay quienes se tragan la idea de que entre los minorías —digamos alguna etnia indígena, alguna comunidad de migrantes, algún barrio de poco dinero — priva la homofobia y por lo tanto los odian. Que en ellas como en absolutamente todo el mundo hay toda clase de sexualidades, ni se les pasa por la cabeza. 


O sí les pasa, que es peor. A veces se trata de hipocresía simple y llana. 


De estar conscientes de que viven en un país que se anuncia como abierto y tolerante, pero que realmente nunca ha dejado de odiarlos por la sencilla razón de ser homosexuales. Pero en lugar de tomar conciencia entonces de qué desventajas padecen, qué privilegios sí tienen, y usar los segundos para combatir las primeras —para ellos y para otros… en lugar de ello, optan por el egoísmo. 


No es que sirva de mucho. Los adinerados a los que quieren caerles simpáticos de todas maneras los apuñalarán por la espalda en cuanto se aburran. Basa con notar cuántos muertos intentan borrar de la historia. 


Y conste que apenas hablamos de uno de miles de prejuicios entrelazados en la sociedad que conforma la Ciudad de México. Da para muchísimo más el tema. 


En fin, me irrita y me parte el corazón. Pero ni modo, al menos así sé de cierto a quienes no me interesa mendigarles simpatía. 


Así es la vida. 


*

1 comentario:

Fernando Brambila O. dijo...

P. D. Y ni por un momento vaya nadie a pensar que esto es algo exclusivo de México.