- - Música concreta. Amparo Dávila. Ocho cuentos fantásticos en el estilo característico de Dávila. En rigor son "fantásticos" en el sentido de que presentan personajes sumergidos en situaciones insólitas (y a menudo terroríficas); el interés de Dávila son los seres marginados por diversas razones y la visión del individuo contra el consenso general de la realidad. El libro anterior de la autora, "Tiempo destrozado", era más siniestro, pero éste es más sutil.
- La materia del insomnio. Mario González Suárez. Convencido de que el sueño puede transportarnos por realidades alternas sin que podamos jamás estar seguros de si el mundo en que despertamos es el mismo que en la vigilia anterior, alguien permanece en vela, contándose cuentos para luchar contra el limbo... Y de esos relatos se compone este libro, de catorce cuentos en duermevela, cuentos acaso fantásticos o acaso visionarios. Cuentos que como con Virgilio Piñera son finalmente las ensoñaciones que todos tenemos, pero que normalmente no aparecen escritas. Para ser francos no están del todo a la altura de la obra ni de Piñera ni de autores como Francisco Tario o Felisberto Hernández [claras influencias], pero posiblemente se deba a que era aún una obra de principiante. Lo que sí es, es una colección de cuentos sumamente insólitos, crueles y esperpénticos, a ratos... visionarios.
- La lectura de la melancolía. Humberto Guzmán. Veinte cuentos que reunidos conforman una antología personal de Guzmán y que reúnen cuentos de cuatro colecciones de cuentos anteriores ("Contingencia forzada", "Manuscrito anónimo", "Seductora melancolía" y "V"). El propio autor propone como ejes narrativos la melancolía, el pesimismo y lo fantástico... y esto demuestra que a menudo uno es el peor crítico de su propia obra. Más que melancolía, más que pesimismo lo que hay aquí es solipsismo, hay incluso cierta angustia existencial del individuo que ante la imposibilidad de reconocer el mundo más allá de sus propias impresiones y sensaciones termina por deshacerse en la nada (y esto resulta irónico si se toma en cuenta que todos los textos exigen la cooperación del lector precisamente para no caer en el vacío). No son cuentos perfectos; muchos parecen más bien poemas en prosa o llanamente "textos breves", pues la narración se pierde en la sucesión de imágenes, aparte la propensión de Guzmán al onirismo.
- La ley de Herodes. Jorge Ibargüengoitia. Once cuentos, mejor dicho once relatos semibiográficos y que conforman la única aportación al género de Ibargüengoitia (salvo algunos relatos infantiles dispersos). Puede verse por qué rara vez se aventuró a éste difícil género: todos parecen más bien pasajes de una colección de anécdotas y en conjunto conforman más bien un vistazo a la vida del personaje principal, doble literario de Jorge. Con todo, es inconfundiblemente una de sus obras emblemáticas, y conserva el mordaz humor que caracteriza sus obras más conocidas.
- Cuentos de hemoficción. Juan Trigos. Quince textos breves representativos de la literatura de Juan Trigos, literatura de significado difícil de dilucidar si las hay, y que el propio autor denomina "hemoficción", historias que se llevan en la sangre. Los temas recurrentes son la identidad, la memoria, la muerte y la violencia. Este es un autor que probablemente será olvidado un día para luego volver a surgir décadas después y estudiado académicamente.
- En el principio fue la sangre. Jose Luis Zárate. Ensayos sobre temas "raros" --el horror, la ciencia ficción, el cine, los asesinos seriales, monstruos... --tratados con suma lucidez. Zárate es una rareza entre rarezas, un escritor de obra escasa y muy difícil de conseguir, pero cuyos libros son un trofeo para sus lectores. Esta recopilación incluye también dos textos que podrían llamarse cuentos: "Del tamaño del mundo" y "Un millón de noches".
- Mercaderes. Gabriel Trujillo Muñoz. Veintiún cuentos de fin-de-siecle, que dice su autor: "nacen como respuesta a las interrogantes del cambio de milenio, de qué nos depara el futuro y qué tanto control tendremos, como seres humanos sobre el devenir de nuestro mundo como sociedad y sobre la evolución de la condición humana. Son, pues, motivados por mis mejores esperanzas y mis peores pesadillas". En efecto, son cuentos de nostalgia y anticipación, que valiéndose de géneros como la fantasía, la ciencia ficción, el terror y la especulación expresan lo peor y lo mejor de la humanidad. De paso reelaboran muchos personajes históricos e icónicos, como Francisco Villa, Güttenberg, Satanás, Antonin Artaud... Trujillo Muñoz pertenece a la misma generación que autores como Bernardo Fernández, Blanca Martínez o Alberto Chimal y comparte con ellos un interés por la literatura desafiante y reelaborante. Trujillo, empero, parece más meditabundo en sus reflexiones literarias.
- El llanto de los niños muertos. BEF. Once cuentos sumamente imaginativos, unos de fantasía, otros de terror y los más de ciencia ficción. Bernardo Fernández, alias BEF es uno de los escritores jóvenes más prolíficos de latinoamérica en el siglo XXI. Su interés literario abarca todo lo poco común (muy especialmente la ciencia ficción y sus respectivas subdivisiones, pero también el estridentismo, el punk, el cómic, los dibujos animados... la imaginación en todo su esplendor). Estos once cuentos tienen algo de irreverencia y cierto sentido del humor, pero también cierta tristeza, cierta nostalgia por la infancia y la adolescencia perdidas.
- Alta costura. Beatriz Espejo. Quince cuentos sobre personas (específicamente, mujeres, salvo en el último cuento) en cuyas ordinarias vidas irrumpen de pronto fuerzas extrañas. El tema recurrente en sí es todo lo desconocido que sólo notamos en circunstancias inusuales; Espejo indaga en lo que podríamos descubrir de seguir esa llamada misteriosa, esa invitación extraña, si rastreáramos a donde va a parar ese objeto, si escarbáramos en la superficie refinada de esa familia adinerada. Todos los cuentos parecen partir de lo costumbrista, pero el interés de la autora no es diseccionar la realidad inmediata, sino explorar las posibilidades que yacen mas allá del entorno al que sus personajes están acostumbrados.
- Sombras sin tiempo. Gerardo Horacio Porcayo. Subtitulado "Antología vampírica personal" y es la primera colección de cuentos del autor. Nueve cuentos vampíricos (uno en colaboración con Gerardo Sifuentes), mejor dicho, nueve variaciones sobre el tema del vampiro emblemático de finales del siglo XX: ser romántico, existencialista y algo adolescente en su sentimentalismo exacerbado. Sin embargo, el tema verdadero de esta colección es el fracaso del individuo ante fuerzas extrañas que le impiden encajar en el mundo, en nuestra época y en muchas más, lo que le confiere un nuevo significado al título.
- Cuentos del archivo Hurus. Blanca Martínez. Doce cuentos de ciencia ficción (concretamente Space Opera) y fantasía (concretamente Dragones y Brujas medievales) de la autora catalana aunque residente en México Blanca Martínez. Inventivos, ingeniosos y en general encantadores, que además expresan la visión de la autora sobre las relaciones entre los sexos. Tal vez la óptica que presenta sea un poco más optimista de lo que se esperaría de la literatura de épocas actuales, pero tiene cierto interés. Pocas de estas narraciones son terroríficas, porque prefieren la maravilla por encima de la amargura.
7.9.09
Diario de lectura: Cuentos mexicanos (II)
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