28.4.07

Una rápida reflexión

En los últimos meses ha habido un enorme debate acerca del tema del aborto, y muy recientemente se le legalizó por fin. Con todo, los grupos opositores siguen oponiéndose y ahora exhortan a los médicos a que se rehúsen a realizar esta práctica.
Independientemente de si usted, lector, lectora o cualquier combinación que se pueda hacer (¿por qué no?) aprueba o no de esta práctica, le pido considerar dos puntos:
  • Tanto grupos opositores como a favor preguntan: "¿Está usted a favor o en contra del aborto?" En mi opinión la pregunta está mal planteada: nadie está a favor del aborto tal cual (ni aunque se finja nihilista, admitámoslo) y de todos modos la pregunta correcta era: "¿está a favor o en contra de que se legalize el aborto?" Sucede que hay circunstancias médicas en las que simple y sencillamente es obligatorio terminar un embarazo (por ejemplo, cuando hay un alto riesgo de que la madre muera por malformaciones en el cigoto y casos por el estilo) y la idea era simplemente regular esta práctica a fin de evitar debates más encaminados a la moral que a la ética, que es exactamente lo que acabó pasando.
  • En México existen miles de clínicas abortivas ilegales. Si no lo cree así, pregunte discretamente entre todos sus conocidos qué casos conocen (o se saben de oídas) acerca de alguna muchacha (casi siempre son muchachas) que haya abortado en secreto. Estas clínicas obviamente funcionan fuera de la ley, de modo que dificilmente observan las medidas sanitarias reglamentarias. El resultado es que a menudo las pacientes que acuden corren un riesgo de infección altísimo, y eso sin contar la enorme carga psicológica que supone tener que hacer estas cosas clandestinamente. Los grupos anti-abortistas (casualemente de clara tendencia "católica") suelen apoyarse en el argumento de que el aborto es homicidio porque como quiera estás matando a un ser vivo. Muy bien, pero entonces tendría más sentido pedir que se acabaran las clínicas ilegales, porque ahí muere el doble se seres vivos (tanto la madre como el producto), lo que tendría que ser aún más criminal.

Por lo tanto: ¿a quien creen que beneficia realmente la idea de no legalizar el aborto? (saque sus propias conclusiones).

En cuanto a mi propia postura de si está bien o mal que una mujer decida abortar, francamente creo que es algo que debe decidirse caso por caso: es muy fácil decir que siempre es criminal o que siempre es admirable. A final de cuentas es decisión de la persona que lleva ese producto en su cuerpo (si acaso pueden admitirse consejos de la gente a su alrededor, y eso también varía mucho de caso en caso) y ella es la única que puede decidir si es correcto o no.

Sin embargo, dejo otra "breve" reflexión: si es cierto que una célula humana ya trae todo el código de una persona y por lo tanto es crimen eliminarla:

  • Uno, cada vez que perdemos una célula estaríamos cometiendo asesinato. Pero cada día perdemos miles y miles de células con el puro hecho de frotar nuestra piel, que siempre se renueva.
  • Dos, cada espermatozoide está vivo y tiene su propio código, pero sólo uno (en casos muy raros, hasta seis) en cada eyaculación podrá vivir para fertilizar. ¿La acción humanitaria correcta sería recoger todos los demás espermatozoides en una cubeta y buscarle a cada uno un óvulo que fertilizar? ¿O tenerlos de mascotas mientras vivan?

En fin, me limito a pedirle a todo aquel que me lea que recuerde siempre considerar otros puntos de vista. Total, no cuesta mas que unos minutos y a la larga, cae mejor...

Crescendo (cuento)

Ella era una extraordinaria soprano, y se le alababa tanto la voz angelical como la piel tan pálida y lisa que semejaba vidrio pulido; él era un crítico de música que se distinguía por un oído tan fino, que se decía contaba con un tímpano de cristal. En el concierto ella entonó una excelsa aria que comenzó lenta y sutil como la caricia de un amante en seda, continuó alzándose en tono y potencia cual bola de nieve rodando cuesta abajo, y culminó con un estallido sonoro que elevó su voz hasta inundar el teatro y resonar en el tuétano de cada espectador. Mientras, él apuntaba en su libreta que aquello no podía ser producido por la voz de una mortal, era más bien el tañido de una campana celeste. Ese clímax melódico y esa crítica apasionada fueron los últimos actos de sus respectivas carreras, pues en ese instante la voz de ángel alcanzó una nota altísima, tan alta que todos los vidrios a la redonda explotaron, de modo que él quedó sordo y ella se hizo añicos.