A raíz de dos disparos, los vecinos de un edificio de departamentos comparecen uno por uno en el ministerio público para declarar —no tanto su versión de los hechos, sino su retahíla de obsesiones y de conflictos internos. Y sobre esas declaraciones se arma una historia de comedia agridulce en la que varios personajes disimulan hasta la farsa. O mejor dicho hasta que todo revienta…
Muy interesante película basada en una obra teatral del propio director, y que de hecho retoma a varios de sus actores de escena. Muestra sus influencias cinematográficas con claridad —recuerda mucho al cine de Almodovar y comedias mexicanas similares como “Sexo, pudor y lágrimas”. Lo que muy fácilmente podría haber sido cualquier comedia de enredos muestra una sutil crítica a varias taras sociales de México. Basta considerar a la mujer cuyo gusto por las quejas ampulosas resulta ser calca directa de las telenovelas que ve, o el prototípico macho que intenta negar y ocultar sus encuentros sexuales con otro hombre. La puesta en escena mantiene sus raíces teatrales: muy pocos exteriores, casi todo en interiores cuidadosamente trazados y varios giros argumentales anticipados por rápidas conversaciones entre los personajes.
En fin, sumamente recomendada.
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