Yaichi poco a poco se acostumbra a tener en casa al viudo de su gemelo. Y conforme lo hace, se va dando cuenta de tantos detalles que nunca se había preguntado. Por ejemplo, que su propio divorcio sí que afecta a su hija, Kana. Que la presencia de Mike por un lado le descubre prejuicios de los vecinos. Pero también les trae la amistad de un muchacho que no sabe cómo salir del closet y ve en Mike un consejero. En prejuicios casi invisibles contra los extranjeros en su país, o contra detalles que en el fondo son irrelevantes, como los tatuajes. Y la posibilidad de que la propia Kana bien podría no ser heterosexual…
El segundo volumen de esta maravillosa serie me sigue encantando. Hay que hablar del talento que se requiere para crear lo que a primera vista es un drama digamos amable, pero que trata con mucha sutileza varios asuntos sociales con respecto a la homosexualidad, y que se dan tanto aquí como allá. Además, de nueva cuenta las cápsulas extra sobre la historia gay… o queer, porque ya se incluyen otras orientaciones.
En fin, que de nuevo recomiendo ésta serie para todo mundo.
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