13.4.21

Día - 21



- Nuevo Orden. (México, 2020. Dir. Michel Franco)


En un futuro muy cercano, un día de boda entre miembros de la clase adinerada en la ciudad de México es violentamente invadida por un ejército… ¿terrorista? ¿insurgente? ¿simplemente una lucha de clases conducida por los hartos? Tras una noche de terror y una mañana llena de destrucción, el ejército es enviado a ocupar la ciudad. Pero este no es mas que el inicio de la verdadera pesadilla…


El cine de Franco ha sido siempre polémico. No hay mas que recordar obras como “Después de Lucía” o “Las hijas de Abril”. Este nuevo filme consiguió serlo todavía más —de hecho, desde el trailer hasta el debut de la cinta, se le acusó a Franco de racista y clasista, por su visión de los pobres y de piel morena como salvajes que aterran a los rubios. Hay que decirlo, su defensa al respecto fue bastante torpe (dijo que el término “Whitexican” era racista, por ejemplo. No se le ocurrió pensar que más bien es un estereotipo), y al muy poco tuvo que retractarse de sus propios comentarios. 


Esto puede parecer mero chiste, pero refleja muy bien qué ocurre con la película: Es un thriller muy bien armado, con un mensaje importante y claro… pero que choca con cierta ingenuidad en el guion. 


Siendo más específicos: El primer acto tiene un suspenso magistralmente sostenido, y que limita la acción a una sola localización (la mansión en que se celebra una boda) que poco a poco es invadida por algo que sus personajes no comprenden y que los destrozará sin compasión. El tercer acto muestra otro tanto para los de clase empobrecida, y además un poder instaurado (en este caso el ejército) que consigue vampirizar a una población completa sin el más mínimo remordimiento. 


Pero en medio, no solo el segundo acto, sino la construcción de personajes en general, tiene un problema muy curioso: una tendencia al maniqueísmo. Los ricos son presentados como personajes ingenuos que no se enteran de nada y que son fáciles de manipular —pero ni uno parece entender con quienes están coludidos para tener privilegios. Los pobres son, como no, o bien abnegados y sufridos hasta lo inverosímil, o bien taimados y egoístas, pero sin que se nos muestre de donde es que vienen ambas actitudes —esto es, el director olvida que ambas son estrategias de supervivencia. El ejército y los insurgentes, claro, nos los presentan como seres absolutamente sedientos de sangre y casi atávicos en su mania de volverse contra sus propios aliados. Y la clase media… no parece existir. 


La película, entonces, toma varios eventos reales y simplemente los une y más que exagerarlos, los lleva un poco más allá. Pero hay veces en que curiosamente Franco no es lo suficientemente malicioso —cosa irónica para tratar de temas tan duros. 


De todos modos, es una película que sí vale la pena ver y discutir. De preferencia junto con otras obras similares, claro. 


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