- Ya no estoy aquí.
(México, 2019. Dir. Fernando Frías de la Parra)
En el año 2011, Ulises, un chico de barrio bajo regiomontano pasa los días con su pandilla, los Terkos, dedicándose al relajo y a ese híbrido musical que es Kolombia, una adaptación de la cumbia colombiana. Pero un altercado con los Halcones, miembros de un cártel, deja un saldo de muertos y obliga a Ulises a viajar a Estados Unidos. Mas no se encuentra en ése país; no consigue aprender el idioma ni encaja con nadie. Su tierra, empero, ya es también otra: Un caldo de violencia.
Extraordinaria película que examina las consecuencias de la supuesta guerra contra las drogas del presidente Calderón que para muchos jóvenes de entonces sólo significó mucha destrucción. Cuenta con un guión sumamente inteligente. Como su referente literario, Ulises es un desterrado eterno, que sólo concluirá su viaje al descubrir, como dijo cierto poeta — “Pero yo ya no soy yo, ni mi casa es ya mi casa”.
Sin embargo es una película que evita la truculencia y el melodrama. Para ilustrar la violencia bastan brevísimos vistazos; para ilustrar la soledad basta con gestos y frases muy bien escogidos. Ojo, por ejemplo, a la secuencia en que las fotos de un amigo de Ulises pasan de recuerdos de bailes a exhibición de pistolas y armas blancas.
Y para concluir, una escena que recuerda el final de “Memorias del subdesarrollo”. No es referencia a este filme, sino coincidencia que ilustra la historia de Latinoamérica —para uno y para otro personaje no queda sino asomarse a la calle con ojo de ave para constatar que la tierra que añoran se ha perdido para siempre y que ha llegado una nueva época.
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